Prólogo de 'Rabia del Sur'
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- Producciones Cañavil (Dibujos de Marcos Antonio Cañada - Historia de Francisco Javier Villalba)
En un país atragantado, al que desde hace mucho tiempo se le ha obligado a comer rápido las uvas en diciembre, la ira, que es pecado (capital), se soporta mal, y la rabia que provoca, la cual John Steinbeck, en su magistral novela, describió como nadie a partir del crack del 29 en el sur de Estados Unidos, degenera primero en impotencia y después en violencia.
En un sur más cercano, esta vez mediante novela gráfica donde no hay leyes ni normas, y el peor de los pecados (veniales), que sería aburrir, no ocurre, se relata otro descalabro, certero y realista, pero con tintes del mejor cine negro americano: hablamos de Rabia del Sur.
Que la expresión artística frecuentemente se haya utilizado como sustituto de la violencia física, o como válvula de escape a tanta presión, no es nada nuevo en la historia de las civilizaciones. Diríamos que se convierte prácticamente en la única vía posible a tanta frustración generada por toda la perversión que crápulas ministeriales, politicuchos analfabetos y corruptelas de oficio han ido acumulando; junto a su manoseada e ilícita fortuna.
Gran parte de la sociedad española ha sucumbido a tal proceso de abuso e inestabilidad de un modo u otro, una mitad impasible y atónita, la otra mitad como idiotas. Pero todos sin respiro y la mayoría sin solución. Los que han podido han salido adelante de la forma más digna posible, no sin antes quedar amputada de sus vidas alguna propiedad o posesión. Sólo unos pocos han formado alianzas para unir fuerzas e inventiva, maldiciendo entre dientes y advirtiendo con el puño cerrado. De estos últimos merece la pena destacar dos mentes claras y lúcidas afincadas en Málaga que nos presentan un cómic lleno de giros y quiebros, donde se muestran sobrados de una efervescente y sanguínea creatividad.
En este caso era cuestión de un doble o nada. Un ser con dos cabezas, o anómala bicefalia, que no podemos considerarlo en sí un defecto, pues es el talento de uno el que se funde y solapa con el otro con gran precisión, creando finalmente este ente único; si bien, eso sí, una mano —la izquierda— escribe y otra mano —la derecha— dibuja.
El zurdo es Francisco Javier Villalba, conocido como Vil, el cual hace honor a otro Billy, no tanto por ser también zurdo, que no lo era aunque así consta en las crónicas, sino por su acierto con el revólver, dígase pluma, incluso en estos tecnológicos tiempos, donde cada secuencia narrativa está milimetrada y calculada hasta en lo más mínimo. Ágil y nervioso, Fran Vil es como un látigo que azota certero con su punta, con el mensaje y el guión.
El diestro es Marcos Cañada, cañón de la Magnum 44 de Dirty Harry, diría yo. Es de movimiento lento, maquinaria pesada de guerra, pero con un dibujo devastador. El trazo de su lápiz es seguro y contundente y perfila a cada personaje con la maestría de los grandes de este género. Juntos forman Cañavil y han rastreado la ciudad de Málaga, levantando tapas de alcantarillas y basureros, abriendo puertas de despachos y sacando mierda como para verter y cubrir toda esta España lánguida e invertebrada mostrándonos a diestro y siniestro lo más sucio y despiadado de esta humanidad.
Posiblemente este no es el prólogo que Marcos y Francisco Javier esperaban, pues más atento a lo que ocurre en la historia lo estoy de sus creadores. Pero ambos tienen suficientes copas, literatura y cine en sus venas como para remover a esta inerte comunidad de españoles con un nuevo tipo de Dry Martini, que bien podría llamarse Buñuel&Huston porque como todo buen aficionado sabe fueron dos de los más grandes expertos, entre otras cosas, de la elaboración de este brebaje al que le añadían grandes cantidades de ironía y unas pequeñas gotas de maldad. Pero así es este cómic, un cóctel duro, seco y cristalino que va desgarrando y abrasando la garganta lentamente hasta llegar a las entrañas, donde te revienta.
La primera página ya es demoledora. A partir de entonces veremos certero "El dardo en la palabra" como el ojo en la mirilla, sesgado por la nube-navaja de la gran obra del director aragonés. El mirón siempre ha corrido un gran riesgo, ya se sabe.
Pero un verdadero perro (rabioso) andaluz no se queda impasible ante la otra gran obra surrealista y esperpéntica que han creado los enanos mentales y los cretinos de banca en esta maldita nación intentando retrasarla como si de unas Hurdes del pasado se tratara. Por eso, "El sur", que también existe, aunque ni siquiera aparezca en la onírica película de Víctor Erice que le da su nombre, es tan protagonista en esta novela como cualquiera de sus personajes. Personajes, por otro lado, que se van diluyendo poco a poco como un azucarillo en el torbellino imparable de una sociedad agitada por la fuerza centrífuga del poder, la corrupción y la droga.
Quizás a más de uno le resulte incómodo leer ciertos comentarios o ver algunas imágenes de esta magnífica historia, pero esta es la realidad que nos ha tocado vivir, como así fue también para otro genial aragonés que retrató los horrores de su época con mucha mayor crueldad; y por ahí andan sus dibujos y grabados en algún museo de la capital después de más de dos siglos. La sociedad produce monstruos y la sinrazón injusticia. Lo que estamos viviendo no es un sueño, y el destino y futuro que nos acechan están siendo devorados por un Saturno despiadado y sin compasión. No me extraña que artistas poseídos o paranoicos pintaran las paredes en busca de una liberación catártica a tanta decadencia y decepción, mientras otros salen al paso de su locura con este ejemplar de arte gráfico.
El alivio y desahogo se alcanzan finalmente como purga a través de una historia sin héroes ni color, pues se trata de una crónica desgarradora en blanco y negro donde el lector, si así lo desea, puede elegir unas pinceladas de azul, rojo o amarillo para destacar la coloración de la droga, la sangre o las detonaciones respectivamente. Es un avance más de su innovación e invención. Queda claro que Rabia del sur es, pues, pionera por su condición de webcómic en la red, formato exclusivo, estilo personalizado y una presentación impecable que permite incluso seguir el proceso creativo de todo el trabajo.
Los que no hayan leído este cómic todavía tienen la suerte de poder hacerlo ahora de un tirón y todo seguido. Pero advierto: es conveniente disfrutar y recrearse observando los pequeños detalles del dibujo para encontrar pistas importantes, intentar tararear o imaginar la música que escuchan sus personajes, que define claramente el carácter de cada uno, prestar atención a las localizaciones espaciales para seguir el rastro de la ciudad, detenerse en los diferentes tipos de encuadre según la situación, seguir el ritmo de las secuencias, centrarse en la trama y, en definitiva, dedicarle el tiempo necesario, no vaya a ser que finalmente, con el ímpetu y la impaciencia de querer alcanzar la última página nos llegue la temida sobredosis, y ésta siempre puede devenir en forma de atragantamiento.
Sergio Romero
Profesor de la Universidad de Strathclyde (Glasgow)